Otro domingo cualquiera volvía amanecer en una cama que no era la suya. Miró hacia el lado, y no supo reconocer a su compañero de alcoba. Era guapo… muy guapo, a decir verdad, casi sintió una punzada de dolor en el estomago al contemplar tanta belleza. Y sin embargo, tenía un sabor amargo en la boca que no la dejaba disfrutar aquel momento… Un pesado olor a sexo, alcohol y tabaco impregnaba las sabanas con las que intento cubrir su cuerpo desnudo. Restos del último gramo sobre un CD tirado en el suelo… Continuo buscando con la mirada algo que le resultará familiar y no pudo hacerlo… Ático precioso, de diseño, con un gusto exquisito y frío, muy frío… ¡Frío como el que ella sentía en ese momento! Tanto frío… Busco su ropa desparramada por todo el apartamento, los zapatos en la entrada… Cerró la puerta tras de sí intentando no hacer ruido para no despertarlo, si es que realmente aún seguía dormido…
Paró en un bar de vuelta a casa… ¡Resaca de sentimientos! Y camino hasta su portal con el sol acariciándole la piel y los sentidos… ¡Se dejo acariciar por él!
De vuelta en su apartamento, se fue directamente a la ducha… Dejo que el agua le resbalará por todo el cuerpo y comenzó a frotarse la piel con la esponja impregnada en gel con tanta fuerza que le escocía, como queriendo llegar más allá de la piel, intentando limpiar su alma y ese sentimiento absurdo de culpa que la quemaba por dentro…
Se estaba secando cuando escucho las llaves retorcerse en la cerradura, dejo caer la toalla a sus pies y corrió como una niña pequeña hasta el recibidor…
“¡Vaya, me encanta tu bienvenida! Cambie el vuelo a última hora… ¡Te añoraba demasiado, nena!” Se abrazo a su cuello y aspiro ese aroma a lavanda y rosas blancas que la confortaba tanto… “Yo sí que te he echado de menos a tí, querida… ¡No te imaginas cuanto! Prométeme que no volverás a dejarme sola… ¿Lo prometes?”
Continuara?!...